viernes, 12 de octubre de 2012

Aunque no lo parezca duele.

Duele, aunque no lo parezca duele. Me duele. Porque sufro cuando me rompo en mil pedazos por dentro porque en el fondo lo único que quiero es ser feliz. Sea donde sea y con quien sea. No quiero llorar. No quiero pensar que mañana será un día mejor porque seguramente no lo sea. No quiero consejos absurdos de gente a la que le importa muy poco lo que me pase. No quiero despertar y ver que todo es igual, que tú no estás a mi lado. No quiero imaginar como sería mi vida. No me gusta imaginar. No quiero venirme abajo, porque abajo todo va mal. No quiero nada y lo quiero todo. No quiero pensar que soy capaz de todo, sé que no es cierto. No quiero tener miedo, el miedo me impide hacer cosas que deseo. No quiero soñar con cosas bonitas porque las cosas bonitas pocas veces ocurren. He aprendido a navegar por mi propio mar de dudas. Mis sentimientos se encierran dentro de un baúl de hierro que no pretende abrirse. Mis sueños se han paralizado en el tiempo y el espacio, y mis sonrisas se han congelado en un mundo que está mas allá de lo que cualquiera de nosotros puede ver.



(a veces pasa que, llega el día en el que todo el mundo se te cae encima, incluso todo el dolor que llevabas tiempo guardando...)